Empleo y precios: frente al avance liberal en las elecciones, los desafíos de la economía social

Economía social, economía social y solidaria, economía popular, y muchos nombres más intentan representar a la economía centrada en el trabajo. En Argentina existen diversas formas de encontrar estas empresas de manera formal como cooperativas de trabajo, empresas recuperadas, cooperativas de consumo, cooperativas de servicios públicos, asociaciones mutuales, asociaciones civiles y más, e informales como ferias de trueques, ferias populares, huertos familiares y comunitarios entre otros.

Estos nombres actuales definen prácticas ancestrales de cooperación y comunidad, que encontraron después de la Revolución Industrial la necesidad de formalizarse. Si buscamos una manera directa de definirla podría decirse que la Economía Social es la que busca ponerle límites al mercado capitalista, pero esta definición no es ni única ni estática.

Además de ser fuente de trabajo, creadora de dueños de producción, refugio para empleados que se reconvierten en recuperadores de empresas, la economía social funciona como un gran y natural regulador de precios, de hecho, así surgió el cooperativismo moderno, con la cooperativa de consumo los Pioneros de Rochdale en Inglaterra.

Las cooperativas de consumo o las proveedurías mutuales, regulan los precios de mercado actuando como un limitante para las grandes empresas proveedoras de bienes de consumo.De la misma manera regulan los precios de los servicios públicos, gracias a la participación de las cooperativas de servicios públicos en el mercado, otras veces estas simplemente brindan el servicio en localidades en donde las empresas lucrativas no tienen interés económico.

Economía social en números

Para tener una real dimensión de lo que la Economía Social representa en nuestro país sabemos que existían al 2019 8.618 cooperativas con cerca de 18 millones de asociados y poco más de 3 mil mutuales con más de 10 millones de asociados.

La economía social Argentina emplea a más de 111 mil personas y más de 115 mil asociados a cooperativas de trabajo son dueños de sus medios de producción. Entre las 300 cooperativas más grandes del mundo relevadas por la ACI, la Alianza Cooperativa Internacional – hay 4 cooperativas Argentinas, y dato no menor: desde el año 2017 el argentino Ariel Guarco preside dicho organismo.

Sin embargo, el 2019 fue el último año en el que contamos con un relevamiento sobre la situación de las organizaciones de la economía social formalmente registradas en el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES). El Instituto dependió históricamente del Ministerio de Desarrollo Social y pasó en 2020 al Ministerio de Producción de la mano de Mario Cafiero en el año 2020. Esta lucha ganada trajo la obligación de conquistar otros desafíos que llegaron de la mano de la Resolución Renovar 1000/2021.

Mediante esta nueva resolución se busca simplificar los trámites de constitución y correcto funcionamiento de cooperativas y mutuales, de la misma manera que reformula viejos requisitos de manera más útil y realista – por ejemplo el antiguo curso obligatorio para crear una cooperativa ahora se renconvirtió en un acompañamiento integral, a su vez que se redujo la cantidad mínima de asociados a 3 integrantes.

También se digitalizaron los actos asamblearios y otros trámites obligatorios que hacian muy dificultosa la tarea de crear y sostener en el tiempo una cooperativa o mutual con toda su documentación en regla.

Cooperativas y equidad

A su vez esta semana se lanzó un nuevo fondo desde el INAES para empresas de la economía social ya constituidas con el foco puesto en la igualdad de género. El FIGI – Fondo para la igualdad de géneros de INAES – busca “promover la equidad” y financiará proyectos que incorporen perspectiva de género en sus iniciativas. Dentro de los indicadores a tener en cuenta se destacan: liderazgo de la entidad – cantidad de mujeres y/o diversidades en órganos directivos-, población objetivo – que el producto o servicio en sí o el resultado u objeto del proyecto sea en beneficio de mujeres y/o personas LGBTIQ+ – protocolos, lenguaje inclusivo, entre otros.

Ciertamente este fondo y las nuevas iniciativas del INAES se celebran, muchas de ellas responden a reclamos históricos del propio movimiento cooperativo y mutual. Sin embargo, entre las estadísticas oficiales o relevamientos nada vamos a encontrar acerca de la temática de género de estas organizaciones ni sus asociados y asociadas. Esta ausencia incide directamente en el diseño tanto de políticas públicas como de la medición del impacto que este Fondo FIGI pueda tener.

La economía social debe, sin lugar a dudas, continuar fomentando las experiencias en las que puede dar una respuesta rápida y eficaz: por ejemplo la creación de cooperativas orientadas a mujeres y diversidades para trabajo o formación, como el caso de la recientemente matriculada Alt Cooperativa, que se dedica a desarrollo web y está conformada por personas trans y no binaries. Pero debemos tener presente que las decisiones “importantes” de ningún tipo de empresa se toman en los comités de género, es por ello que necesitamos que la economía social, como toda la economía, busque lograr un entorno favorable para la participación de mujeres y otras diversidades en todos sus ámbitos y niveles para alcanzar de esta manera la igualdad de género que se merece.

Por Tatiana Kurlat. Publicado originalmente para BAE Negocios.

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