Muchos Hace años que la inflación se encuentra en el podio de las preocupaciones de los argentinos.
El ministro de Economía Martín Guzmán sostuvo la meta inflacionaria del 29% planteada en el Presupuesto . Sin embargo, los índices de precios registrados en enero y febrero superaron los objetivos, obligando a los meses subsiguientes a alcanzar valores inferiores al 2% mensual.
Hace años que la inflación se encuentra en el podio de las preocupaciones de los argentinos , y un punto en el que pueden coincidir con la amplia gama de ideologías económicas, es que los altos índices de inflación perturban el desarrollo y el crecimiento de un país y lo tornan inviable.
Durante los dos primeros meses del año se vivieron aumentos de precios muy elevados, con relación a las expectativas que había impulsado el gobierno. Durante enero la suba se vio reflejada en 4 puntos , mientras que para febrero hubo una reducción llegando a 3,6 puntos de aumento, pero aún así, muy lejos de la meta.
El presupuesto es una guía para la política monetaria, en él se ven reflejados las distintas variaciones, ingresos y gastos que se van a afrontar. En base a la contemplación de una inflación del 29% es que se han estado cerrando, entre otras cosas, las paritarias entre 30 y 34 puntos de aumento.
Uno de los mayores objetivos del Frente de Todos es poder generar una recuperación del poder adquisitivo mediante la recomposición salarial. Desde 2017 que los sueldos pierden sistemáticamente frente a la inflación , y sumado al desequilibrio macroeconómico causado por la pandemia, hay muchos sectores que ya no pueden ser relegados.
La semana pasada el jefe del Palacio de Hacienda en una entrevista que le realizó el periodista Carlos Pagni sostuvo firmemente los propósitos establecidos, manifestando que es un error extrapolar los primeros tres meses de inflación al resto del año, producto de los fenómenos coyunturales que se vivieron .
Es cierto que la depreciación del peso contra el dólar viene bajando a razón de casi 1 punto mensual, habiendo sido 3,7% en enero, 2,9% en febrero y con una expectativa muy alta de baja con respecto a marzo.
También es cierto que durante el mes de marzo se liquidan las divisas provenientes de exportaciones y eso ayudaría a calmar la expectativa devaluatoria y, en consecuencia, la inflacionaria.
Es importante poder comprender por qué la inflación en Argentina en un fenómeno estructural y multicausal , respondiendo a una amplia gama de fenómenos, entre ellos la falta de divisas y las pujas devaluatorias.
En primer lugar, el sector agropecuario busca sostener un tipo de cambio alt o ya que gran parte de sus ingresos son en dólares, afectando sensiblemente el costo de la canasta básica familiar, producto de que el valor de los alimentos se rige por el precio internacional de las comodities. Por lo tanto, los procesos devaluatorios importante los gastos de los sectores más vulnerables , siendo quienes destinan una mayor proporción de sus ingresos al consumo de alimentos.
Por el lado de la industria, los intereses son opuestos . En Argentina más del 70% del IPC son productos no transables, es decir que no se exportan , pero que en su gran mayoría contienen al menos algún insumo o bien de capital importado dentro de la cadena de producción. Por tanto, este sector necesita un tipo de cambio bajo o al menos sostenido en el tiempo para tener cierta previsibilidad sobre la estructura de costos .
El crecimiento económico, sobre todo el crecimiento industrial, requiere de cantidades crecientes de divisas, en Argentina , el problema es que no es la industria la que tiene la capacidad de generarlas.
La elasticidad ingreso de las importaciones en función del PBI es de 2,95 puntos , es decir, que ante un aumento porcentual de 10 puntos del PBI las importaciones obtuvo en 29,5 puntos. Por lo cual, podríamos decir que el sector industrial es un sector rico en demanda de divisas y pobre en la capacidad de generarlas.
Por su lado, el sector agrícola es el que genera la mayor cantidad de dólares en nuestro país.
De acuerdo con una base de datos proporcionada por el INDEC , se obtiene que el promedio de representación de las exportaciones en el sector agrícola entre los años 2015 y 2019 fue del 59,99%, es decir, más de la mitad de las exportaciones respondden un dicho sector.
Sin embargo, esta capacidad de exportación no es suficiente en momentos de crecimiento o bonanza económica donde la demanda de divisas, por motivo industrial, crece significativamente frente a la capacidad de exportación que tiene el campo, limitado por falta de inversiones que permita una mayor y mejor producción.
Es claro que durante 2021 se está viviendo una recuperación económica frente a 2020 e incluso a 2019 y eso repercute en la movilidad de la economía.
A pesar de las formidables ventajas comparativas que presenta el suelo de nuestro país, el aumento de las exportaciones es muy poco sensible ante una variación del tipo de cambio, frente a una modificación porcentual de 1 punto del peso con respecto a la moneda estadounidense, las exportaciones se modifican en 0,08 puntos porcentuales.
Este escenario termina provocando una crisis en la balanza de pagos, producto que las exportaciones de alimentos o materias primas no alcanzan para financiar el aumento de las importaciones industriales; o en situaciones de profunda incertidumbre, donde el peso argentino pierde su función de referencia y de resguardo de valor y la economía en su conjunto quiere virar al dólar.
La solución al alcance de la mano siempre ha sido recurrir a abruptas devaluaciones, algo que el equipo de Alberto Fernández se viene negando sistemáticamente ya que esa herramienta en países periféricos no alcance los efectos deseados.
En primer lugar, porque los costos locales de los bienes manufacturados adicionales a la mano de obra, en su gran mayoría, distan mucho de los precios internacionales, por lo cual, para generar un aumento significativo en la competitividad de los bienes industriales se debería llevar a cabo una devaluación muy abrupta, además de la necesidad de aumentar la capacidad productiva para el cambio de escala que implica el mercado externo.
Por el lado del sector agrícola, un tipo de cambio más alto, no se traduce ni el corto ni en el mediano plazo en un aumento significativo de las exportaciones.
¿Por qué teniendo un país con amplias ventajas competitivas en materia de fertilidad de la tierra no se generan inversiones que permitan aumentar significativamente la producción como en otros países del mundo?
La explicación de este fenómeno es sumamente compleja y responde a aspectos institucionales, de política económica, del régimen de tenencia de la tierra y aspectos culturales, trascendiendo lo estrictamente económico y financiero.
Frente a la recurrente falta de dólares, el mecanismo compensatorio que encontró la industria fue elevar los precios de venta de bienes, acción que les está facilitada por su carácter de sector sumamente concentrado (monopolios u oligopolios).
Por el lado de los alimentos, frente a devaluaciones o aumentos de precios de las comodites, que son muy comunes en procesos de inestabilidad o de crisis económica a nivel mundial, como puede ser la finalización de las guerras mundiales o en la actualidad el período de crisis iniciado por el COVID 19, los alimentos se encarecen, generando un costo de vida mayor para la totalidad de la población argentina.
Este “péndulo” constante entre presión inflacionaria y devaluatoria genera inestabilidad e incertidumbre.
Es cierto y hay que reconocerle al ministro que la inflación durante 2020 bajo significativamente frente a 2018 y 2019, sin embargo, también es cierto que, frente a la depreciación de la demanda y la baja del precio del petróleo a nivel internacional, entre otras cosas, se dio un escenario que ayudo a calmar el espiral inflacionario.
El desafío será ahora, contener la inercia de precios provocada por la recuperación económica y los altos niveles de incertidumbre.
Este objetivo, se buscará alcanzar con una coordinación de valores de la economía, con herramientas como precios máximos y acompañado por el consejo económico que buscará establecer reglas claras que le permita a nuestro país evitar crecimientos tan turbulentos.
Por Laura Testa. Publicado originalmente para BAE Negocios.