Massa, sus principios, motores y desafíos

El Gobierno debe resolver rápidamente mejorar el poder de compra de los trabajadores,  reducir la pobreza,  controlar la inflación y calmar las presiones cambiarias sin comprometer el crecimiento.

Se cumplieron dos semanas de la asunción del «superministro» Sergio Massa y su primer discurso estuvo marcado por lineamientos claros: cuatro principios, tres motores y múltiples desafíos. Las incógnitas son infinitas y las certezas escasean, pero los mercados parecen reaccionar favorablemente ante el nuevo escenario.

Un discurso de asunción es una suerte de declaración de principios. En ese contexto, Massa no fue la excepción y expuso cuáles serían los suyos:

Mantendrá la meta del 2,5% del déficit primario y además remarcó que no utilizará adelantos del Tesoro para financiarlo. También, la continuidad con el análisis de los subsidios, no solo para el gas y la luz sino también para el agua. Hizo hincapié en que 4 millones de hogares no solicitaron la permanencia del beneficio. Además, informó el congelamiento de la planta de empleados del Estado y que su prioridad será el cuidado de las cuentas públicas y de los recursos, contextualizando la situación mundial con el duro invierno que vendrá en Europa Occidental por la falta de energía.

Dos principios en uno. El objetivo central es mejorar la balanza comercial incrementando las exportaciones (favoreciendo la agroindustria, la minería, los hidrocarburos y la economía del conocimiento) y disminuyendo las importaciones, dando sesenta días de «gracia» a 722 empresas que efectuaron giros al exterior «llamativos» para que presenten sus explicaciones.

Remarcó que habrá un programa y esquema de financiación ordenada para las compras al exterior y que el objetivo es vender más trabajo argentino al mundo, priorizando las cadenas productivas. Además, tal como lo comunicó, salió la licitación del segundo tramo del gasoducto Néstor Kirchner, con financiamiento privado, lo que favorecerá el intercambio con el resto del mundo.

Es importante tener en cuenta para este análisis que, al día siguiente de asumir, Massa mantuvo una reunión con altos funcionarios del FMI y, al respecto, él mismo informó que continuarán con los desembolsos pactados.

Se anunció el nuevo índice de movilidad jubilatoria que define el porcentaje de aumento para los haberes de septiembre. En su asunción, el flamante ministro de Economía remarcó que la recuperación del ingreso y del poder adquisitivo de los trabajadores es el motor fundamental para esta etapa que se avecina, acompañado de una reevaluación del sistema de asignaciones familiares. En definitiva, dentro de este punto, el objetivo es sostener la tasa de crecimiento y el desarrollo del empleo.

Los motores que acompañarán dichos principios establecidos por el flamante ministro serán las piezas que le permitirán reconducir a la economía local detrás de los principios definidos (asumiendo que tiene éxito). Estos son:

Con líneas de financiamiento y otras herramientas de impulso, promover que las empresas inviertan, generen valor y creen empleo.

En línea con sus principios rectores, se propone apuntalar las empresas para potenciar su actividad comercial en el resto del mundo, con instrumentos de promoción que faciliten esta tarea y que contribuyan así a mejorar las cuentas externas

Como mecanismo para crecer con inclusión. Esto tendrá, probablemente, alguna estrategia en materia de precios e inflación, y también medidas que permitan sostener los ingresos reales, para que la economía continúe recuperándose.

Hasta el momento, la asunción de Massa parece haber traído algunos elementos positivos. Por un lado, parece mostrar claridad en sus principios y sus motores, y el mercado reaccionó, hasta el momento, bastante favorablemente a su designación y a los lineamientos expuestos en la asunción. Como si esto fuera poco, su incorporación al Ejecutivo (venía del Legislativo) parecería haber bajado las tensiones dentro del Frente de Todos y hasta el momento no recibió mayores objeciones desde la cúpula de la coalición de gobierno.

Dicho todo esto, las dificultades son desafiantes: el tiempo que le queda al Gobierno para revertir la difícil coyuntura económica y política se agota, y, a pesar del mejor clima, aún no se ve un oficialismo articulado y cohesivo.

En el tiempo que queda es indispensable que el Gobierno pueda encontrar la forma de encaminar aspectos tan críticos como aparentemente contradictorios: mejorar rápidamente el poder de compra de los trabajadores y reducir la pobreza, tener (al menos) controlada la inflación, definir tasas de interés que no pongan en riesgo el crecimiento pero que permitan calmar las presiones cambiarias, mantener a raya las cuentas externas pero sin que eso obstaculice el crecimiento, en un contexto en donde la volatilidad de los precios internacionales puede jugar una mala pasada en cualquier momento.

El mundo atraviesa una coyuntura complicada y Argentina aún más. Solo el tiempo dirá si Massa podrá, con sus principios y sus motores, resolver con éxito los múltiples desafíos que enfrenta en esta gestión de menos de 500 días que tiene por delante.

Por Lucila Ostropolsky . Publicado originalmente para BAE Negocios

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