La gira de Sergio Massa se da en una coyuntura desafiante, caracterizada principalmente por la necesidad imperante de ensanchar las reservas. La presentación del Presupuesto 2023 que se tratará luego en el Congreso, la negociación con el Club de París, el FMI y el cumplimiento de las metas trimestrales.
El contexto inflacionario que aporta a la volatilidad y a la inestabilidad, los cumplimientos en la baja del déficit fiscal, los exportadores con presiones en el tipo de cambio para liquidar divisas, la pérdida de poder de consumo del salario y su poca recuperación en términos reales, así como también el avecinamiento del año electoral.
A ello cabe agregar el agravamiento de la situación política con el atentado a Cristina Fernández de Kirchner lo que deja de manifiesto el alto grado de conflictividad social.
En dicho marco, el ministro de Economía inició una gira por Estados Unidos para lograr apaciguar el panorama, consiguiendo créditos del exterior para refinanciar compromisos e incrementar el colchón de reservas, que hoy preocupa. Luego de recibir una felicitación por el compromiso en el cumplimiento de las metas del FMI de parte de la titular de dicha entidad, Kristalina Georgieva, Massa mantuvo distintas reuniones con entidades financieras.
Con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que anunció créditos por USD 3.000 millones, de los cuales USD1.200 millones serán directamente destinados al fortalecimiento del stock de divisas del BCRA. Además, Argentina recibirá casi USD2.000 millones del Banco Mundial, donde con la reciente negociación se incrementaron USD900 millones a los USD1.100 ya acordados.
Asímismo, acompañado por la secretaria de Energía, Flavia Royón, y por el titular de YPF, Pablo González, asumió compromisos con el sector hidrocarburífero, reactivando el Decreto 929, firmado en 2014 que durante la gestión de Juntos por el Cambio fue dejado sin efecto. Las petroleras Chevron y Total incrementarán USD330 millones sus inversiones, por un total de USD1.030 para el 2023, lo que es un mensaje de estabilidad ya que habrá continuidad en las políticas aplicadas para fortalecer dicho el sector.
Está claro que la restricción externa y la falta de reservas generan disparidades y desequilibrios profundos en nuestra economía. Si bien el stock de divisas se incrementó durante los últimos días debido al tipo de cambio diferencial otorgado al sector sojero, las tensiones cambiarias al alza por los exportadores y a la baja por los importadores no cesan. Esto llevó al BCRA a extender las maniobras hasta fin del corriente año respecto de las limitaciones para acceder a divisas con destino a importaciones, con excepciones de insumos para la industria.
Es un momento bisagra, en donde es de primordial importancia recomponer las reservas para luego destinarlas a incrementar la producción y a afrontar la demanda de dólares para insumos asignados a la industria y al crecimiento local. La deuda extranjera no deberá orientarse a sustentar la fuga de capitales ni los negocios financieros. Debería destinarse a fortalecer la matriz productiva, aumentando las exportaciones, sustituyendo los consumos del exterior, haciendo que la productividad marginal esté cada vez menos anclada en los insumos producidos por el resto del mundo.
Respecto del mercado interno, el aumento de tasas de interés que surge en los últimos meses dificulta la situación política, ya que enfría la economía, disminuye la inversión privada, detiene el crecimiento y redunda en una caída del consumo. Demás está decir que, en esta coyuntura inflacionaria, no sería coherente continuar con los bajos costos financieros que antecedían; sin embargo, conseguir el equilibrio macroeconómico en el corto plazo resultará complejo.
Por Lucila Ostropolsky . Publicado originalmente para BAE Negocios