El 98% de las empresas del sector productivo son mipymes. Pero es el sector con menos acceso al crédito en un país en el que el crédito bancario está muy por debajo del promedio de América Latina.
Hace unas semanas surgió un fuerte debate en torno del financiamiento de las mipymes a través de las fintech. En ese momento se prestó más atención al concepto de esas empresas digitales y no a la importancia de profundizar la inclusión financiera.
En Argentina, el crédito bancario al sector privado sobre PBI muestra una ratio de aproximadamente el 16%, superado ampliamente por otros países de la región, como Bolivia (64,5%), Brasil (59,5%) y Chile (113,2%). De hecho, se encuentra por debajo del promedio de América Latina y el Caribe (48,6%) y, por supuesto, de países desarrollados, como los miembros de la OCDE, que tienen un 142,2% del PBI otorgado a créditos bancarios para el sector privado.
Además, si uno abriese este indicador vería que, dentro del sector productivo, son las mipymes aquellas que más marginadas se encuentran en cuanto al crédito, lo cual resulta paradójico en un país en donde el 98% de las firmas cumple con esa condición de tamaño, al tiempo que generan el 64,7% del empleo privado registrado.
Crédito productivo
La importancia del crédito productivo para el sector privado radica en la necesidad de inversión que tienen las empresas para poder crecer e innovar. En este marco, se debe mencionar que nuestro país ostenta una de las menores tasas de inversión sobre PBI. Al considerar el período comprendido entre 2003 y 2020 se observa que ronda entre el 17% y 18%, en promedio. Asimismo, según el Banco Mundial, en 2020 (último dato disponible de esta entidad), al realizar una compación con una canasta selecta de países, nos encontramos con que Argentina se ubica por debajo de otras naciones de la región, como Brasil, Chile y Perú, e incluso por debajo del promedio de América Latina y el Caribe.
No es desatinado pensar entonces que, ante este panorama, se deben trazar estrategias no que compitan sino que se complementen con las herramientas de la banca tradicional con el fin de apuntalar el crédito y, con ello, las inversiones productivas. Debe considerarse también que dichas herramientas se enmarcan en la Estrategia Nacional de Inclusión Financiera 2020-2023 lanzada por el Gobierno, a través de la cual se busca incrementar y potenciar el uso de cuentas de ahorro, créditos y medios de pago electrónico, así como también mejorar las capacidades financieras de la población.
En este contexto, las fintech vienen consolidándose como un protagonista más del esquema financiero argentino que no puede ser ignorado y que deviene en un instrumento útil a la hora de hablar de inclusión debido a que no todos poseen una cuenta bancaria pero la mayoría tiene un teléfono móvil. Se ha evidenciado durante los últimos años un avance de la tecnología digital que dio origen a nuevos servicios y productos financieros que facilitan el acceso de las mipymes al crédito.
El crecimiento de las fintech
La industria de préstamos fintech presenta un rápido crecimiento desde su origen, en 2005. Según una encuesta a empresas que realizó el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 2020, este crecimiento se debe a una mejor experiencia del usuario y a que los criterios de evaluación de riesgo están más tecnologizados, al tiempo que llega a segmentos no bancarizados. Las fintech utilizan tecnologías que permiten procesar solicitudes y pagos en línea automáticamente, logrando que se monetice un préstamo de manera más rápida y sencilla.
Pero no solo se trata de llegar a aquellos sectores menos bancarizados, también se trata de mejorar las condiciones de financiamiento, y esto se puede dar a través de una tasa de interés más competitiva. Conforme a un documento del BID, el 70% de las empresas fintech otorgaron préstamos a tasas nominales anuales mayores al 75% en pesos durante 2019. Hoy, gracias al trabajo conjunto del sector público y del sector privado se está dando la posibilidad de acceder al financiamiento a una tasa del 40% de interés.
Por otra parte, estas plataformas ayudan a la formalización de la economía, lo que además redunda en una mayor información de las empresas, permitiéndoles generar un historial crediticio que les facilita el acceso a la financiación formal.
En suma, tener acceso a una cuenta de transacciones es indispensable para la inclusión financiera y es el puente de acceso a una mayor gama de servicios, lo cual permite el comienzo y la ampliación de negocios y una mejor planificación de mediano y largo plazo. Argentina se encuentra rezagada en cuanto a la bancarización, a la inversión y al crédito, por eso es importante y destacable que se promuevan herramientas que permitan un mayor acceso a bienes y servicios financieros.
Por Ana Laura Jaruf. Publicada originalmente para BAE Negocios