Históricamente nos han mostrado el mundo de los negocios como un espacio reservado exclusivamente para los varones. Sin embargo, desde hace mucho tiempo, las mujeres participan en la gestión empresarial, aunque de forma invisibilizada. Por nombrar algunas, es posible destacar en el siglo XV a Caterina Llull i Sabastida, pionera en la gestión de importantes relaciones comerciales en el Mediterráneo; a la impresora Juana Millán y a la banquera y comerciante Gracia Nasi, ambas del siglo XVI; a la empresaria ganadera María Agustina de la Torre en 1700, y a Fermina Orduña, la primera mujer española que patentó un carruaje para transporte de ganado lechero en 1865.
Probablemente todos estos nombres no nos resulten conocidos debido al el relegado papel que la mujer podía ocupar en esas esferas. La participación femenina en el ámbito empresario fue tomando relevancia a paso lento pero firme en los siglos venideros, manteniendo una intervención considerablemente menor que las de sus colegas varones. Incluso hoy, en el siglo XXI, existen grandes desigualdades de género respecto de las oportunidades de acceso al mundo laboral.
Según los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del tercer trimestre de 2021, las mujeres adquieren mayores niveles de capacitación en comparación con los hombres en educación tanto superior como universitaria. En este sentido, el 36% de las mujeres de 25 años y más alcanzan niveles educativos universitarios, mientras que el porcentaje disminuye a 28% en el caso de los varones. Sin embargo, las mujeres registran una menor tasa de inserción laboral. La misma fuente indica que la tasa de empleo femenino es del 44%, pero asciende al 64% en el caso de los varones. De esta manera, la tasa de empleo de los varones es 20 puntos porcentuales superior a la de las mujeres.
Más educación, pero menor posición
Aún cuando logran insertarse, por lo general, las mujeres terminan accediendo en menor medida a posiciones jerárquicas. Del informe realizado por KPMG y Revista Mercado sobre la presencia femenina en los directorios de las empresas más grandes de Argentina se desprende que las mujeres representan el 13,7% del total de los miembros de los directorios, mientras que solo un 5% de los cargos de presidencia es ejercido por mujeres.
Si consideramos a los unicornios, aquellas empresas que alcanzan una valoración mayor a USD 1.000 millones, solo dos fueron fundadas en América latina por mujeres. A su vez, ninguno de los once unicornios que hay en Argentina está liderado por mujeres, a pesar de que el porcentaje de becarias e investigadoras sobrepasa al de sus pares varones, según datos del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Solicitudes de créditos rechazadas
% de empresas según el género que las dirige
Otros obstáculos están vinculados con los estereotipos de género cuando se trata de puestos de liderazgo y a la menor disposición de tiempo debido a los trabajos de cuidado no remunerados.
Dicho todo esto, debemos tener en cuenta que promover la igualdad de género en el mundo de los negocios no solo tiene un impacto positivo en la garantía de derechos y en el empoderamiento femenino sino también en la rentabilidad de las empresas. Por lo tanto, es necesario comprender plenamente los beneficios económicos que la igualdad de género ofrece. Esta no es solo una cuestión de derechos humanos sino que es también una contribución al crecimiento empresarial y al desarrollo económico sostenible. Tal es así que, según la Encuesta de Empresas de Actemp realizada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2018, más de la mitad de las organizaciones que pusieron en práctica políticas de género logró que sus beneficios financieros aumenten por encima del 15%.
A modo de corolario, es preocupante encontrar que los mayores niveles educativos que alcanza la población femenina no logren traducirse en una participación siquiera equivalente en el mercado laboral, dado que repercute negativamente en la rentabilidad de las empresas, ya que no contempla todo el abanico de talentos existente y deja afuera a miles de mujeres capacitadas. Al mismo tiempo, incorporar capital humano femenino es invertir en ideas con otra perspectiva, con su consecuente impacto positivo en el trabajo en equipo.
Por lo tanto, las mejoras de productividad y rentabilidad, así como también la promoción de una mayor presencia de las mujeres en el mundo empresarial son conceptos que van de la mano y es esto lo que motiva para que cada vez sean más las empresas que asumen el compromiso de contribuir a mejorar la participación femenina en la gestión empresarial.
Por Yanina Busquet y Noelia Abbate. Publicado originalmente para BAE Negocios