El dilema de las prácticas laborales

El desempleo de los jóvenes es mucho más alto que el promedio general. ¿Sirven las prácticas que implementará el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires?

Durante la semana pasada, la ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires informó que a partir del ciclo lectivo 2022, el gobierno porteño pondrá en marcha prácticas educativas en ámbitos laborales, obligatorias para todos los estudiantes del último año de la secundaria. Este anuncio estuvo teñido de debates sobre el tema ya que por un lado están quienes consideran que es una oportunidad para que los y las jóvenes desarrollen nuevas capacidades y por otro están quienes consideran que los y las estudiantes se constituirán en mano de obra gratuita y precarizada.

Sin dudas, este debate nos interpela con el fin de analizar el ingreso de los y las jóvenes al mercado laboral y estudiar distintas alternativas para que este ingreso se genere de la mejor manera posible, es decir, que la entrada al mercado laboral se produzca adquiriendo la mayor cantidad de derechos laborales.

Si observamos los datos del mercado laboral, las personas jóvenes siempre fueron las más vulnerables. Según los últimos datos publicados, la tasa de desocupación se ubicó en el 9,6% pero si se hace foco en las personas de hasta 24 años la misma asciende al 23,7%. Cabe destacar que incluso cuando el nivel de desempleo era apenas de 6,6% el desempleo de los más jóvenes era casi el triple (19%). Asimismo, la informalidad en las personas jóvenes supera el 60%, duplicando el nivel general.

Una vez hecho este análisis, resulta obvio decir que es necesaria (y hasta urgente) una vinculación entre la escuela secundaria y el mundo del trabajo por varias razones. En primer lugar, es necesario que los y las jóvenes adquieran habilidades técnicas para desempeñarse en un mercado cada vez más dinámico que requiere de una formación permanente. Asimismo, es necesario que las personas que ingresan al mercado laboral adquieran ciertas habilidades blandas como la adaptación al cambio, la empatía y el trabajo en equipo por lo cual estas prácticas laborales pueden ser de gran utilidad.

Prácticas laborales en la secundaria

En lo que respecta a la escuela secundaria, estas prácticas laborales tienen la posibilidad de ser una oportunidad para la actualización de los planes de estudios y que las personas jóvenes estén más preparadas para enfrentar el mundo del trabajo del futuro. Tampoco hay que olvidar que el trabajo es un igualador de oportunidades (el programa será obligatorio para escuelas privadas y públicas) por lo que este ingreso al mercado laboral de algunos jóvenes puede ser el primer quiebre de algunas trayectorias de informalidad en muchas familias.

No obstante, hay que hacer varias consideraciones. Los y las estudiantes que ingresen a estos programas no tendrán ningún tipo de remuneración y tampoco estarán amparados por ningún tipo de régimen de protección social (obra social y aportes jubilatorios) ni mucho menos de representación colectiva.

Asimismo, el Gobierno de la Ciudad tampoco informó que pasará con la cobertura de riesgos del trabajo de los y las participantes en caso de algún tipo de accidente. En lo que respecta al mercado laboral, existe un elevado riesgo de que las empresas contraten estudiantes en vez de personas desocupadas por lo que se vería seriamente afectada la recuperación del empleo luego de la pandemia en un momento que la tasa de desocupación está en valores muy similares a los de 2019.

Otro punto para tener en cuenta son los y las miles de jóvenes que ya tienen algún trabajo a tiempo parcial o que ayudan en algún tipo de emprendimiento familiar y no se informó si en estos casos la realización de la práctica también sería obligatoria. También es fundamental que se explique cómo se van a localizar geográficamente estas prácticas para que no sean un vector más que profundice las desigualdades ya existentes entre el norte y el sur de la Ciudad.

Tampoco hay que dejar de lado los problemas a los que se enfrentaban los y las adolescentes a la hora de finalizar sus estudios secundarios y que fueron potenciados por la pandemia. En este sentido, las vinculaciones entre la escuela y el trabajo deben ir acompañadas de medidas que tengan como objetivo recuperar la asistencia a las clases presenciales y a la recuperación de contenidos del año 2020. En este sentido, la ampliación de las becas Progresar puede llegar a tomar un rol central para incentivar a muchos adolescentes a finalizar la escuela secundaria.

A modo de síntesis, se puede decir que la propuesta es interesante pero perfectible ya que se la debe entender como el inicio de la vida laboral de los y las jóvenes y debe ir acompañada por todos los actores del mercado laboral (incluyendo a los sindicatos ya que sus institutos de formación profesional deben ser centrales en la articulación entre la escuela y el ingreso al mercado de trabajo) y de un plan integral de capacitación que ponga al trabajo como lo que el principal igualador de oportunidades en una sociedad.

Por Noelia Torres. Publicado originalmente para BAE Negocios.

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