Arrancó la fase 4 de la cuarentena con más flexibilidades. Tendrá que ser una cuarentena muy inteligente para evitar un fogonazo económico y social. La solución es empujar de a poco la economía pero mientras tanto, direccionar recursos fiscales hacia grandes cambios. Uno de ellos es barajar y dar de nuevo el sistema tributario.
El aislamiento total cumplió su ciclo y arrancó una cuarta fase de mayor flexibilidad. Ya es difícil contener a la gente confinada en sus casas, las calles están más transitadas, y las empresas y trabajadores independientes comienzan a transgredir las reglas buscando combustible para subsistir. También el Estado está asfixiado: sin capacidad de endeudamiento, sólo le queda emisión y rogar que provincias y municipios no comiencen a lanzar sus propias monedas. Claro está: no se puede vivir permanentemente del Estado en un país sin producción. Porque si la situación se prolonga, el resultado será caótico, y todo este esfuerzo quedará perdido.
El balance en estos más de 30 días estuvo bien. No lo sabremos, pero seguramente se han salvado centenares de vidas. El costo económico, sin embargo, que frente al riesgo de vida era anecdótico, está mostrando el lado voraz de la cuarentena y es momento de planificar, porque la tensión salud-economía está crispando ycomo dice el refrán: “si la balanza no está equilibrada, al final se rompe”.
Atentos a este tironeo, al gobierno le llegó el momento más difícil: comenzar a recuperar la economía, que quedó quebrada, con un PBI que caería 6% en marzo y no menos de 13% en abril. A eso se suman indicadores sociales de empleo y pobreza que estarán marcando tasas no vistas desde la crisis de 2001-2002.
Algunos números ya presentes: la industria cayó 10% anual en marzo según Ferreres y 28,8% anual en el caso de la industria pyme (según CAME). El bienestar económico de las familias entre marzo y abril se redujo 35,7% frente al que había antes de la cuarentena, de acuerdo con CERX. Según la UCA la pobreza estaría en 45% mientras que las percepciones de pobreza alcanzan al 69,4% (CERX). No hay números aún, pero se estima que al menos unos 200 mil empleos se perderían y miles de empresas cerrarán. Además, la deuda familiar bancaria y no bancaria llega a los 1,6 billones de pesos, a la que deben sumárseles los enormes costos por atrasos y mora.
También el mundo es menos propenso al intercambio comercial, tanto por la caída del consumo como por los cierres de fronteras, y demoras de semanas para exportar para las empresas locales. Un panorama negro, casi sin grises cuando se miran todos los indicadores a la vez.
Una oportunidad
En medio de la enorme emisión monetaria para asistir a la población y en un contexto donde el déficit fiscal dejará de espantarnos por bastante tiempo, Argentina tiene la oportunidad hoy de direccionar recursos hacia lugares impensados en otro momento.
Uno de ellos es un barajar y dar de nuevo impositivo. La gran limitación para esto siempre fue la pérdida transitoria de recaudación, si es que la hubiera. ¿Qué mejor momento para ordenar ese sistema distorsivo, engorroso, repleto de parches y regresivo que ahora?
Otro es destinar recursos a impulsar industrias proveedoras de piezas, partes, insumos y bienes de capital que hoy son importados, para reducir el impacto inflacionario de las subas del dólar y evitar desabastecimiento en la fase que viene de intercambio comercial. Como hoy se subsidian emprendimientos vinculados a la salud y el covid19, igual debería hacerse con esas actividades: prepararlas para dar un salto post cuarentena. Si los pesos van a financiar inversiones allí, se resuelven problemas de oferta, se activa la industria, se genera empleo, y se reduce la necesidad importada (y de dólares para financiar las importaciones).
Un tercer direccionamiento para entrar en una argentina más competitiva, tiene que ser la mejora en las conexiones y el transporte a lo largo del país para abaratar los costos logísticos. Un problema viejo y más que nunca presente porque se compite contra países que hicieron grandes progresos aún con geografías mas amigables que la nuestra. Hay varios proyectos para unir la argentina con vías fluviales, con trenes o bitrenes que es el mejor momento para reflotar e impulsar.
Activar la economía sin apurarnos en salir es un desafío. Hoy tenemos un Estado muy presente, pero si el virus se prolonga, las ayudas oficiales se volverán insostenibles, el Estado sucumbirá y ahí ¿quién nos ayudará? Los contagios, según informan los especialistas, no alcanzaron su pico, y fue tal el daño en la actividad, que es difícil decidir abortar tanto esfuerzo en la desesperación que trae la crisis de ingresos. Pero si mientras se flexibiliza y reactiva gradualmente en esta cuarentena segmentada, se prepara el sistema para que cuando todo comience a rodar las empresas se encuentren con un país más competitivo, más amigable a la producción, la cuarentena podría ser el inicio de un nuevo ciclo en el desarrollo argentino. Hasta ahora la cuarentena tuvo su cuota de improvisación. Natural, nadie estaba preparado para esto. Así y todo, bien salió. Pero sólo una nueva fase de cuarentena inteligente que impulse de a poco la economía resolviendo en simultáneo problemas que hoy son tapones para el desarrollo, puede lograr que la balanza siga un tiempo más inclinada sin romperse y cuando se equilibre sea con personalidad
Por Victoria Giarrizzo. Investigadora del IIEP-Baires UBA y directora de CERX