En las puertas de 2022, qué esperar de nuestra economía

Cómo condiciona a la economía argentina el acuerdo con el FMI. Salarios, inflación y recuperación del empleo, variables que se analizan junto con el crecimiento de la actividad

El PBI argentino crecerá este año por encima de los pronósticos, acercándose a una variación del 10% que le permitirá en parte recuperar lo perdido en pandemia (ya que en términos del PBI per cápita los niveles se recuperan recién para 2026). Si Argentina está en el top 3 de crecimiento entre los países de la OCDE este año, cae al último lugar en 2022. Se ralentiza el crecimiento al 2,7% anual, según lo estimado por la CEPAL y en línea con el resto de la región (Brasil crecerá menos que Argentina). Antes de la pandemia, Latinoamérica venía ya contrayéndose.

En Argentina, desde la salida de la pandemia la inversión privada crece a una tasa promedio mensual que triplica a la del consumo, y eso explica en parte el incremento de las importaciones. Pero los primeros datos del mes de septiembre parecen mostrar un cambio de tendencia; se verifica una aceleración de las ventas minoristas: un repunte del comercio y los servicios vis a vis la industria (automotriz, siderurgia y plásticos) y la construcción que dinamizaron la economía en la primera parte del año.

Lo anterior se vincula con la recomposición salarial (producto de la reapertura de paritarias en junio) que operó de lleno en el tercer trimestre del año, desde bancarios hasta camioneros, el rubro de la construcción, sanidad, metalúrgicos, etc. En el acumulado hasta el mes de agosto se observa una recuperación real de 3 puntos porcentuales en el salario de trabajadores privados registrados, según la medición de INDEC, pero es probable que dicha mejora merme con la reciente aceleración inflacionaria.

Con perspectiva, podemos señalar que la política pública permitió proteger a los y las trabajadoras privadas registradas (frenando los despidos con la doble indemnización y cuidando el salario con el ATP más la reapertura de paritarias, doble aumento del mínimo no imponible y la duplicación de las asignaciones familiares hasta diciembre en los menores salarios registrados) pero desatendió comparativamente al sector informal (beneficiarixs únicamente de los tres pagos de IFE hasta septiembre de 2020).

Empleo privado

Así, observamos una lenta recuperación del empleo del sector privado registrado que en términos relativos perdió menos durante el confinamiento. Algunas proyecciones indican que el nivel pre-pandemia se alcanzaría en el segundo trimestre de 2022. En tanto, la recuperación del empleo informal dependerá de que se mantenga la senda de recuperación de los ingresos reales del resto de la economía. Dicho sector se emplea en ramas que dependen del mercado interno: restaurantes, hoteles, empleadas domésticas, trabajos de cuidado, etc.

Si el dinamismo del sector privado será relativamente magro en 2022, es comprensible y justificada la preocupación del gobierno por robustecer los ingresos del sector informal -que acumulan una caída real de 10 puntos- no sólo mediante la suba del SMVM sino con iniciativas como el proyecto massista «Un puente al empleo» que propone a rubros como la construcción, peones rurales, gastronomía y textiles que absorban a una parte de la plantilla de los y las beneficiarias de planes sociales para ser registrados.

El Estado se mete en los acuerdos entre privados; propone abonar la mitad de los sueldos, capacitar a los trabajadores, dinamizar la obra pública, etc.

El fondeo de este tipo de políticas públicas será condicionado por el acuerdo con el FMI, discuten los especialistas el ritmo de reducción del déficit primario para los próximos años: 0,8% del PIB propone Economía mientras 1,5% es el ratio sugerido por el organismo. El acuerdo con el Fondo también condicionará la política cambiaria y, por ende, la anti-inflacionaria. Es improbable que se avance en una unificación cambiaria disruptiva para el conjunto de la economía y es probable que una fracción nueva de DEGs se renueve en 2022; como datos positivos.

En tanto, las importaciones constituyen la principal fuente de demanda de divisas que deberá seguir monitoreando el Gobierno: en promedio USD 6.000 millones mensuales en el primer semestre. La intervención en los mercados financieros representa una salida más acotada de divisas del orden de los USD 350 millones por mes.

Las salidas por turismo y pago a acreedores foráneos serán dos cuentas nuevas que presionarán sobre las reservas en 2022.

Por Mara Pedrazzoli. Publicado originalmente para BAE Negocios.

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